martes, 8 de enero de 2013

FONDUE DE QUESO


Fondue de queso

Ingredientes

Vino blanco, tipo Rhin, ¼ litro
Dientes de ajo, 1
Queso Ementhal, 250 gramos
Pan francés (en cubitos), cantidad necesaria
Almidón de maíz, 2 cucharaditas
Una copita de Kirsch
Sal, pimienta negra y nuez moscada, a gusto

Preparación

  1. Tome una caquelón (así se llama en suiza a la cazuela con mango que se utiliza para hacer fondue). ¡por supuesto que podrá hacer esta receta en una cacerola sin manijas y utilizando ramitas puntiagudas en lugar de tenedorcillos largos de dos dientes! Pero   … ¿quién va a creer que está saboreando una fondue? Eckerman estaba en lo cierto: “hijo mío: un nombre no es pequeña cosa. Napoleón ha destronado la mitad de un mundo por un gran nombre…”
  2. Fíjese si tiene hijas adolescentes que el fondo de la caquelón no este llena de fotos de carnet, hebillas, lápices, delineadores y otras yerbas. Lávela y séquela prolijamente.
  3. Pele un diente de ajo gordo, pínchelo en un tenedor y frote con él el interior de la caquelón, sólo para darle ese “yo no sé qué” (si lo pronuncia en francés sonará más lindo) que nadie luego podrá sacarse de encima salvo que se le ocurra masticar tallitos de perejil.
  4. Tire el ajo para evitar sospechas y que algún resentido social se apoye en su hígado para no compartir la mesa.
  5. Ralle con los agujeritos grandes de su rallador de verduras proletario: 250 gramos de queso Ementhal (ese de agujeros grandes, que casi siempre llamamos “gruyére”…). Reserve en una fuentecita.
  6. Disponga sobre la mesa, alrededor de la caquelón, cubos de pan francés, cuidando especialmente que uno de sus lados, por lo menos, tenga corteza. De lo contrario… es muy probable que lo pierda al introducirlo en la salsa y ésta quede al poco rato convertida en una espantosa sopa de pan.
  7. Distribuya también sobre la mesa los tenedores largos necesarios (uno por cada comensal, marcado con distinto color) y suficientes servilletitas de papel y, en mesa aparte, abundantes copas y un buen vino blanco bien frío.
  8. Lleve la caquelón a la cocina, ármese de coraje y comience a preparar la fondue del siguiente modo:
  9. Vierta en la caquelón ¼ litro de vino tipo Rhin, Riesling o Chabilis blanco (o amordace su consciencia y échele el que pueda) y caliéntelo sobre la hornalla, a fuego suave, hasta que haga espumita pero sin que llegue a hervir.
  10.  Agregue el queso rallado de a puñaditos, mientras con un tenedor de madera (o cuchara… ¡bah!) revuelve el vino en forma de “8”, hasta que el queso se disperse bien. ¡y no crea que es un absurdo esto de menear el tenedor en forma de “8”; si revuelve en forma circular, corre el riesgo de que las partículas de queso se aglutinen (en lugar de dispersarse) y conviertan el queso en una pelota durísima que hará fracasar la salsa.
  11.  Recién cuando ese puñadito de queso inicial esté disperso en el vino, agregue otro poquito y siga revolviendo igual.
  12. Continúe con la misma técnica hasta que todo el queso quede disperso y su muñeca, acalambrada.
  13. Pídale a su marido que siga revolviendo en forma de “8” mientras usted disuelve dos cucharaditas de almidón de maíz en una copita de Kirsch (o vodka o gin…o… ¡eh!)
  14. Vierta el almidón disuelto en la caquelón y revuelva continuamente, esta vez hasta que la preparación hierva, se ligue, espese y se transforme en una salsa de locura.
  15.  Retire del fuego y sazone a gusto con sal, pimienta negra y una “chispita” de nuez moscada.
  16. Apoye la caquelón sobre el calentadorcito correspondiente, a fuego mínimo (si no puede graduar la llama al mínimo interponga un disco de amianto entre la caquelón y la llama) y lleve a la mesa con aire triunfal.
  17.  Si usted es la primera en “romper el hielo”, recuerde la técnica para servirse, así los demás la imitan: tome su pinche (fíjese en el color que tiene en su extremo así nadie se lo escamotea o acérquese a la caquelón con un abogado de confianza). Clave el pinche en el cubo de pan de modo que primero atraviese la miga y los dientitos asomen por la corteza.
  18.  Recién entonces introduzca el tenedor en la salsa, como si quisiera pescar mojarritas: húndalo, hágale hacer un medio giro, levántelo y haga rotar el tenedor sobre sí mismo, para que los hilitos de queso se enreden en el pan y no en la oreja de su vecino.
  19.  Sostenga una servilleta debajo del Bocado enroscado, suspenda cualquier diálogo recientemente iniciado, abra la boca como si fueran a extraerle la muela del juicio… ¡ y trágueselo de un bocado!
  20.  De vez en cuando, meta la cuchara (de madera) en la salsa y revuelva para que la salsa no se pegue en el fondo de la caquelón, ni se queme. Si espesara demasiado, agréguele chorritos de vino blanco tibio.

1 comentario:

  1. Quisiera conseguir el libro la cocina divertida (edicion 1989) me podrìa indicar donde lo puedo conseguir ,gracias

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